martes, 9 de agosto de 2016

VJE Crónica de un viaje anunciado: LA DORDOGNE


Hacía ya varios años que teníamos ganas de viajar a esta región de Francia, porque reunía una serie de encantos que a nosotros nos parecían ideales para estar varios días de vacaciones: río navegable y bañable, frondosos bosques, agradable temperatura estival, encantadores pueblos medievales, inexpugnables castillos, cuevas prehistóricas, divertidos itinerarios btt, buena gastronomía y más y más

Por estas razones intentamos reunir al grupete de amigos, para que pudieran disfrutar de aquello que a nosotros nos parecía genial. Pero, a veces, las circunstancias mandan y mandan mucho... y, lo que no puede ser, no puede ser, y, además, es imposible.
Seguro que, después de ver las fotos y leer la crónica, volvemos al año que viene.

En la ida paramos en Montauban, un pueblo situado en el corazón del suroeste de Francia, en la región Midi-Pirinées que nos pareció interesante para hacer una visita relámpago y aprovechar para comer. Paseamos por las calles de su casco histórico, viendo el monumental puente, la iglesia de St Jacques de ladrillo y los pórticos de la Place Nationale.
El Puente Viejo está bellamente decorado . Tiene siete arcos, en forma acanalada y grandes aberturas para drenar más agua durante las inundaciones. Es sin duda uno de los símbolos de Montauban.

La Iglesia Saint-Jacques de Montauban fue construida en el siglo XIII . El edificio es una mezcla de diferentes estilos arquitectónicos: su campanario es octogonal de estilo tolosano; su única nave, de estilo gótico meridional.
Es obra de Joseph Ingres, el padre del famoso pintor.

Caminando por el centro de la ciudad de Montauban es imposible no ver la Place National, que es un conjunto arquitectónico único.

Esta plaza data del siglo XII, durante la construcción de la ciudad, aunque no se completó hasta principios del siglo XVIII. Hoy en día, en ella, se establece el mercado diario y la feria de antigüedades y segunda mano, y se llevan a cabo obras teatrales.

Seguimos el viaje y llegamos al camping Le Beau Rivage, en La Roque Gageac, sobre las 5 de la tarde. Buscamos la parcela que nos habían asignado y nos instalamos.
A la media hora de estar allí ya conocimos a Juan y Marisol, una pareja de descendientes españoles, él gallego y ella extremeña, que nos ofrecieron todo tipo de ayuda y nos dieron la posibilidad de hacer btt con un grupo del camping y, así poder conocer mejor la región.
Han sido una pareja la mar de majos y cariñosos y nos han acogido de maravilla. Con ellos nos hemos tomado « el aperitif», «orujos galegos», «gateau de noix»... y compartido buenos ratos, nos han ayudado para que nuestra estancia en La Dordogne fuera de lo más agradable:
- «Gracias, Juan y Marisol»

Juan, Marisol, Juanjo y Teresa... y las ocas

Durante los siguientes días, del 28 de julio al 4 de agosto nos unimos a este grupo de velofrench: los educados gemelos Martin y Theo, el andarín Daniel (blog), el fuerte bretón, el silencioso Manu y otros varios que nos guiaron y nos dieron a conocer este territorio tan interesante.

Los velofrench

La vuelta la hicimos parando en Cahors, pueblo medieval que  fue la capital de la antigua provincia de Quercy y una etapa de peregrinaje del Camino de Santiago, en la llamada Via Podiensis,construido en un meandro del río Lot que tiene en el puente medieval de Valentré su mayor atractivo, junto con la catedral de Saint-Etienne, con sus dos cúpulas en la nave central y sus modernas vidrieras.
Después de esta visita dimos un gran rodeo hasta la frontera del Portalet, pasando por Toulouse, Auch, Mirande y Lourdes.

Place Gambetta, en el centro de la ciudad, tiene una hermosa fuente dedicada al político León Gambetta, republicano francés, desempeñó un papel central en los inicios de la Tercera República Francesa. Fue intransigente con el Imperio, y se se opuso firmemente a Napoleón III.
Catedral de Saint-Etienne. Da a la plaza del mercado, pero se puede rodear caminando por las calles estrechas de sus alrededores. La catedral románica, construida en el s XI, es uno de los primeros y más grandes edificios franceses con cúpulas sobre pechinas. Está clasificada desde 1998 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Puente Valentré cruza el río Lot al oeste de Cahors, un río caudaloso que a lo largo del día se puede recorrer en barco atravesando varias esclusas para salvar el desnivel de las azudes

Tiene forma de lomo de asno o arco escarpado, con 138 metros de longitud, seis grandes arcos góticos de 16,50 m, perfectamente conservados, con unos avances almenados y en forma de pico, dominado por tres torres almenadas de planta cuadrada y unos matacanes que dominan el agua desde una altura de 40 metros. Dos barbacanas protegían su acceso, pero la del lado de la ciudad ha desaparecido.


Construido en los tiempos de las guerras franco-inglesas, el puente Valentré, por el que todavía se penetra en la ciudad de Cahors, constituye un ejemplo raro de arquitectura militar francesa de aquella época, y es uno de los puentes medievales fortificados más bellos que subsisten todavía.
Tenía una función de fortaleza, destinada a defender la ciudad contra los ataques provenientes del sur.
 La leyenda del puente Valentré
El hecho de que se eternizase su construcción, pues duró más de medio siglo, dio nacimiento a la leyenda que cada habitante de Cahors se complace en contar. Exasperado por la lentitud de las obras, el maestro de obras firma un pacto con Satán. El diablo pondrá todo su conocimiento al servicio de la construcción, y si ejecuta todas sus órdenes, él le entregará su alma a cambio. El puente se eleva rápidamente, las obras acaban, el contrato llega a su término. Para salvar su alma, ya que pretende no terminar sus días en el infierno, el maestro de obras le pide al diablo que vaya con una criba o cedazo a por agua a la fuente de los Cartujos (que se encuentra al otro lado del río, en la parte exterior de la ciudad) para calmar la sed de sus obreros. Evidentemente Satán vuelve sin agua y pierde su apuesta. Dispuesto a vengarse, el diablo vuelve cada noche para quitar la última piedra de la torre central, hoy llamada Torre del Diablo, y cada día los albañiles la tienen que volver a colocar.
En 1879, se hizo una restauración del puente, y el arquitecto Paul Gout mandó colocar en el hueco vacío una piedra esculpida con la efigie del demonio que no volvió a desaparecer, pues el demonio se había quedado definitivamente en el sitio con las garras prisioneras del cemento.

3 comentarios:

  1. Pues con lo listo que era el diablo ¿cómo no sabia que era un cedazo?
    Que no lo sepa yo aún.. bueno seguro que yo lo sabia pero con otro nombre...

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  2. Las esperas en los aeropuertos se hacen más amenas leyendoos

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